English translation follows Spanish statement

La traducción al inglés a continuación del texto en español

#SoberaniaMayaNoEsAntisemitismo  #MayanSovereigntyIsNotAntisemitism

Declaración de apoyo al pueblo Maya de San Juan La Laguna

Recientemente nos hemos enterado, por colegas que viajaban en Guatemala y por los medios de comunicación, de la situación en el pueblo de San Juan la Laguna, departamento de Sololá, también conocido como Xe’ Kuku’ Aab’aj

Nos pusimos en contacto directo con representantes de la comunidad maya y nos han dado acceso a recuentos escritos, incluyendo un estudio antropológico de los eventos allá, con testimonios de los residentes ante su Consejo de Ancianos y Ancianas.  Nuestra declaración ha sido revisada por líderes comunitarios para asegurar su exactitud.

El Pueblo Maya Tz’utujil de San Juan La Laguna, en las Tierras Altas del suroeste de Guatemala, ha sido acusado de antisemitismo, y su ex-alcalde, Antonio Rodolfo Pérez y Pérez fue sentenciado a un año en la cárcel, por el delito de coacción.

Según el testimonio de líderes de la comunidad maya, el ex alcalde respaldó la decisión del pueblo, liderada por el Consejo de Ancianos y Ancianas, de ejercer su soberanía y autonomía al verse afectada la armonía y convivencia del pueblo por Lev Tahor, una secta ultra-ortodoxa de judíos que se había establecido en el pueblo sin el permiso de la población e irrespetando la cultura de los habitantes, en su mayoría indígenas.  Esto después de varios diálogos de acercamiento con ellos, por lo que la decisión de los habitantes fue que se fueran del lugar

Un grupo pequeño de judíos ultra-ortodoxos había vivido pacíficamente en el pueblo por seis años, pero en 2014, 230 miembros se fugaron de Canadá, donde estaban bajo investigación por cargos serios de abuso de menores, y llegaron a este pequeño pueblo con la intención de establecer una colonia, sin consultar, pedir permiso, o siquiera informar a los líderes de la comunidad.

Líderes comunitarios declaran que desde el momento de su llegada, los miembros de Lev Tahor violaron constantemente las normas culturales de la comunidad, y trataron a su gente con desprecio.  Empezaron a usar el suministro limitado de agua del pueblo sin pagar.  Dejaron su basura en la calle, con la expectativa de que la comunidad indígena se la quitara sin cobrar.  Tomaron mercancías sin pagar, o insistieron en pagar los precios que ellos mismos fijaron.  Se quejaron de las prácticas religiosas de los pobladores, insultándolas, interrumpieron una ceremonia de luto, pidiendo que se cancelara porque los sonidos de las oraciones les molestaban. Cuando caminaban por el pueblo, los hombres de Lev Tahor esperaban que los residentes indígenas les dejaran pasar, y si no lo hacían, los echaban bruscamente al lado.

Las creencias y prácticas de Lev Tahor incluyen el aislamiento social de personas que no pertenecen al grupo, y actitudes extremamente sexistas hacia las mujeres, los cuales son incompatibles con los valores mayas. Residentes locales se quejaban porque miembros de Lev Tahor se negaban a saludar o tener cualquier contacto físico con los residentes indígenas, o con los turistas del cual la economía local depende, y pagaban por bienes y servicios tirando el dinero al suelo.

Todas estas formas de comportarse violan las normas mayas de respeto y cortesía mutua, especialmente hacia las mujeres mayas, y los principios de armonía comunal que forman la base de su manera de vivir.  La gente maya de San Juan La Laguna ven a su comunidad como una familia.  Su costumbre con personas recién llegadas es enseñarles sus principios de convivencia, y ayudarles a armonizar su cultura con la del pueblo.  Toleran muchos errores y le dan tiempo a los nuevos miembros de la familia para adaptarse.  Pero los miembros de Lev Tahor se negaron a ser parte de la comunidad, e intentaron imponer sus propias costumbres, afectando seriamente la paz, armonía pública y la economía del pueblo.

Finalmente, Lev Tahor tenía la intención de comprar terrenos, traer más miembros, y establecer una colonia grande y permanente, lo cual iba cambiar de forma drástica al carácter del pueblo, sin informar, consultar u obtener permiso del Consejo de Ancianos y Ancianas.

Como judías y judíos de color, sefarditas y mizrajíes, incluyendo personas que también somos indígenas, reconocemos a las acciones de Lev Tahor como expresión del colonialismo repoblador, enraizado en la supremacía blanca, a la cual nos oponemos incondicionalmente dondequiera que aparezca, en Palestina, en Puerto Rico, o en tierras indígenas desde Dakota del Norte a la Amazonía y a la aldea de Xe’ Kuku’ Aab’aj.

Apoyamos plenamente al derecho del pueblo de San Juan La Laguna de mantener su soberanía sobre sus terrenos ancestrales, incluso el derecho de insistir que cualquier persona que resida en su comunidad debe respetar al pueblo y sus tradiciones culturales.  Cuando Lev Tahor violó de manera flagrante las normas del pueblo y agarró sus recursos, el Consejo de Ancianos y Ancianas tenía el derecho de pedir que se fueran.

Rechazamos rotundamente la acusación de antisemitismo y discriminación que Lev Tahor hace contra el pueblo de San Juan La Laguna, y denunciamos la condena del exalcalde a un año de cárcel por defender a su comunidad.

Las falsas acusaciones de antisemitismo se usan habitualmente para callar a la oposición al sionismo, y a cualquier crítica de las políticas de Israel, y para criminalizar a la solidaridad con Palestina.  Ahora, se acusan a personas mayas que defendían a su comunidad de colonizadores agresivos, de la persecución de estos colonizadores porque son judíos. Aunque en este caso los colonizadores no son ideológicamente sionistas, están usando la acusación de antisemitismo de la misma manera—para silenciar a la resistencia a la apropiación de terrenos, acompañada por la dominación cultural y económica.

 

El alcalde de San Juan La Laguna fue sentenciado a un año en la cárcel a pesar de que la comunidad judía de Guatemala ya se había desvinculado del grupo Lev Tahor y aunque los gobiernos de Israel y Guatemala ya estaban investigando a Lev Tahor por alegaciones de abuso a menores–y finalmente una magistratura en Israel determinó  que Lev Tahor es un “culto peligroso” que abusa a los menores–y por lo tanto estaban plenamente conscientes de las muchas razones por la cual una comunidad pudiera resistir darle la bienvenida al grupo.

Las autoridades guatemaltecas están manipulando la acusación de antisemitismo por Lev Tahor, no por preocupación con el bienestar de los judíos, sino para debilitar al liderazgo indígena de un pueblo en las orillas del Lago de Atitlán, un área bajo desarrollo turístico intensivo con la inversión de corporaciones e individuos del extranjero.

Este paso es parte de una guerra genocida que continúa contra los pueblos indígenas de Guatemala, llevada a cabo primero por los españoles y luego por el gobierno guatemalteco por cinco siglos. desde la invasión española inicial, la cual hizo de los pueblos indígenas inquilinos en sus propias tierras: el periodo neoliberal en que los militares y la iglesia confiscaron los terrenos fértiles de la costa y trasladaron a la fuerza a los habitantes indígenas a terrenos boscosos, barrancos y barriales del interior; la llamada guerra civil, que buscó exterminar a la población indígena con una política de “tierra arrasada” de masacres y la destrucción de aldeas y la actual intensificación de la extracción de recursos naturales, en que el gobierno, al servicio de las industrias extractivas, criminaliza toda resistencia a la toma y destrucción de terrenos y aguas, resultando en el encarcelamiento de gran número de dirigentes indígenas.

Como parte de esta guerra contra la población indígena, el gobierno de Guatemala ha recibido armas y entrenamiento del gobierno de Israel por décadas, como cliente de la exportación de tecnologías y conocimiento experto represivo, desarrollado durante setenta años de la ocupación y represión violentas del pueblo palestino, y que incluye entrenamiento en contrainsurgencia y la militarización de la policía urbana en los Estados Unidos, dirigidos principalmente contra las comunidades de color y pueblos indígenas de ese país.

La confiscación de sus terrenos y recursos, la alteración de la cultura indígena, y los ataques contra sus líderes, son constantes para la gente de San Juan la Laguna. Respondieron a un acto agresivo de apropiación colonial, y no a la religión de los colonos.

Existe el antisemitismo real en el mundo, y hay que resistirlo energéticamente dondequiera que surja. Pero sea para silenciar a toda crítica de Israel o para facilitar la desposesión de un pueblo maya es inadmisible fabricar el antisemitismo donde no existe para legitimar la dominación de otros pueblos.

Exigimos que el gobierno de Guatemala retire todos los cargos de antisemitismo y coacción contra Antonio Rodolfo Pérez y Pérez y el cese de toda persecución de los líderes indígenas de San Juan La Laguna.  Declaramos nuestra solidaridad con los pueblos indígenas de Guatemala en sus luchas por su soberanía.

Únase a este esfuerzo escribiéndole al embajador Manuel Espina en info@guatemala-embassy.org

#jocsmconMayas  #jocsm4Mayas

Statement of Support for the Maya People of San Juan La Laguna

Recently we have learned, through colleagues travelling in Guatemala and from the media, about the situation in the town of San Juan La Laguna, also known as Xe’ Kuku’ Aab’aj.   We have been in direct contact with representatives of the Maya community, and they have given us access to written accounts, including an anthropological study of the events there, with testimony of residents before their Elders’ Council. Our statement has been checked for accuracy by community leaders.

The Tz’utujil Mayan community of San Juan La Laguna, in the highlands of southwestern Guatemala, has been accused of antisemitism, and its former mayor, Antonio Adolfo Perez y Perez, has been sentenced to a year in jail on charges of coercion.

According to Maya community leaders, the former mayor supported the decision of the people, led by the Elders Council, to exercise its sovereignty and autonomy, when the harmony and peaceful coexistence of the town was affected by Lev Tahor, an ultra-Orthodox Jewish sect that had settled in the town without the consent of the population and disrespected the culture of the inhabitants, a majority of whom are indigenous.  This took place after several attempts at reconciliation with them. Therefore the decision of the residents was that they should leave.

A small group of ultra-Orthodox Jews had been living peaceably in the town for six years, but in 2014, 230 members of Lev Tahor fled Canada, where they were being investigated on serious child abuse charges, and arrived in this small village in the middle of the night, intending to establish a settlement, without consultation, permission or even the knowledge of the town’s leaders.

Community leaders assert that from the moment of Lev Tahor’s arrival, the the newcomers violated the cultural norms of the community, and treated its people with contempt. They began using the town’s limited water supply without paying for it, left trash out in the expectation that the indigenous community would remove it for them free of charge, and took merchandise without paying for it, or insisted on setting their own prices.  They complained about and insulted local people’s religious observances, interrupting a mourning ceremony and asking that it be cancelled, because the sounds of the prayers bothered them. When they walked through the town, Lev Tahor men expected indigenous inhabitants to step aside for them, and brushed past them roughly if they didn’t.

Lev Tahor’s beliefs and practices include isolation from anyone outside their group, and extremely sexist attitudes toward women, which are incompatible with Mayan values.  Local residents complained that Lev Tahor members refused to greet or have any physical contact with indigenous residents, or the tourists on whom the local economy relies, and paid for goods and services by throwing money on the ground.

All these behaviors violate Mayan standards of mutual respect and courtesy, especially toward Mayan women, and the principles of communal harmony which are the basis for their way of life.  The Mayan people of San Juan La Laguna see their community as a family. Their custom is to teach newcomers their principles of coexistence, and help them to harmonize their culture with that of the town. They allow for many mistakes and give new members of the family time to adapt.   But the members of Lev Tahor refused to become part of the community, and attempted to impose their own ways, seriously disrupting the public peace and the economy of the town.

Finally, Lev Tahor intended to buy land, bring more members, and establish a large permanent settlement, which would have drastically altered the character of the town, without informing, consulting, or obtaining consent from the council of elders.

As Jews of Color and Sephardi and Mizrahi Jews, some of whom are also indigenous, we recognize the actions of Lev Tahor as an expression of settler colonialism, rooted in white supremacy, which we unconditionally oppose wherever it appears, in Palestine, in Puerto Rico, or on indigenous lands from North Dakota, to Amazonia, to the village of Xe’ Kuku’ Aab’aj.

We fully support the right of the people of San Juan La Laguna to maintain sovereignty over their ancestral lands, including the right to insist that anyone living in their community must respect their people and cultural traditions.  When Lev Tahor flagrantly violated community standards and appropriated town resources, the council of elders had the right to ask them to go.

We utterly reject Lev Tahor’s accusation of antisemitism and discrimination against the town of San Juan la Laguna and denounce the sentencing of the town’s former mayor to a year in jail for defending his community.

False accusations of antisemitism are routinely used to silence opposition to Zionism, and any criticism of Israeli policies, and to criminalize solidarity with Palestine.  Now, Mayan people who were defending their community against aggressive colonial settlers are being accused of persecuting those settlers because they are Jews. Although in this case the settlers are not ideologically Zionists, they are using accusations of antisemitism in the same way, to silence resistance to a land grab, accompanied by cultural and economic domination.

The Mayor of San Juan La Laguna was convicted and sentenced to jail despite the fact the Guatemalan Jewish community had disassociated itself from Lev Tahor and that the Israeli and Guatemalan governments had been investigating Lev Tahor over child abuse allegations–and eventually an Israeli court declared that Lev Tahor is a “dangerous cult” that is abusing children–and are fully aware of the many reasons why any community might be reluctant to welcome the group.

Lev Tahor’s accusation of anti-Semitism is being manipulated by the Guatemalan authorities, not out of any concern for the wellbeing of Jews, but in order to undermine indigenous leadership in a town on the shores of Lake Atitlan, an area undergoing intensive tourism development by foreign and corporate investors.

This move is part of an ongoing genocidal war on the indigenous people of Guatemala, which first Spain and then the Guatemalan government have been carrying out for five centuries, including the initial Spanish invasion which made the indigenous people into tenants in their own homeland, the neoliberal period in which the military and church confiscated the fertile coastal lands, and forcibly relocated the Native inhabitants to the forests, canyons and swamps of the interior, the so-called civil war, intended to exterminate the indigenous population through a “scorched earth” policy of massacres and the razing of villages, and the current escalation of natural resource extraction, in which the government, at the service of the extractive industries, criminalizes all resistance to the seizure and destruction of land and water, resulting the jailing of many indigenous leaders.

As part of this war on the indigenous population, the Guatemalan government has been receiving arms and training from the Israeli government for decades, as a client of  Israel’s international export of repressive technology and expertise, developed during seventy years of violent occupation and repression of the Palestinian people, and which includes counterinsurgency training and militarization of urban police forces in the United States, directed primarily at communities of color and indigenous people in this country.

The seizure of their land and resources, disruption of indigenous culture, and attacks on their leaders are a constant for the people of San Juan la Laguna. They responded to an aggressive act of colonial appropriation, not the religion of the settlers.

There is real antisemitism in the world, and it must be vigorously opposed wherever it crops up.  But whether to silence all criticism of Israel or support the dispossession of a Maya community it’s unconscionable to manufacture antisemitism where it does not exist, in order to legitimize the domination of other people.

#jocsmconMayas  #jocsm4Mayas

We demand that the Guatemalan government drop all charges of antisemitism and abuse of power against Antonio Adolfo Perez y Perez and stop all persecution of the indigenous leaders of San Juan La Laguna. We declare our solidarity with the indigenous peoples of Guatemala in their struggles for their sovereignty.

Join us in these demands by writing to Ambassador Manuel Espina at info@guatemala-embassy.org